miércoles, 27 de abril de 2011

Un pequeño inciso, Málaga

Pocas son las ciudades que pueden ofrecer la cantidad y calidad de servicios que la ciudad de Málaga propone. No sólo presenta un interesante turismo de sol y playa, sino que a su vez, fuera del eje Madrid - Barcelona - Bilbao, se presenta como un serio aspirante a un turismo cultural, que ahora se ve potenciado por la inauguración hace apenas un mes, del nuevo Museo Thyssen.
Y tal vez, como se proponen alternativas al triunvirato Velázquez - Goya - Picasso, en la pintura española, Málaga junto con Valencia, presenta candidatura como alternativa, al triangulo formado por las grandes ciudades que han apostado por el arte como reclamo turístico.
Apostar por Málaga como destino turístico es, si ya lo era antes, ahora todo un acierto. Teatro Romano, Alcazaba, o su catedral con presencia de obras de Pedro de Mena, o el por fin recuperado Alonso Cano, son testigos de una ciudad que cuenta con casi tres mil años de historia. Pero si hablamos de arte "malacitano", no podemos dejar de hablar de Picasso.
Parada obligatoria en esta ciudad es sin duda la fundación-casa natal Picasso, y por supuesto el museo que lleva el mismo nombre "Museo Picasso de Málaga".
Así pues, no podía ser más oportuna, la ubicación de un museo como el nuevo Museo Thyssen orientado a pintura del siglo XIX, inicio de la formación del joven Picasso y antesala de lo que propondría, bien comenzado el siglo XX.
Y es que no es nuevo decir que la  pintura española del XIX ha sido redescubierta, pues fue bien olvidada, hasta recientes estudios y por supuesto, apuestas como la que realizó el Prado en 2007, con su exposición "El Siglo XIX en el Prado". Pintura que por otra parte, comienza a ser una golosa apuesta para todo coleccionista que se precie, pintura de calidad, reescrita ahora por los críticos a un precio más que asequible.
Así pues, la ciudad de Málaga encuentra el eslabón perdido de su historia. Málaga se enfrenta ahora más que nunca a la mirada de un curioso visitante, que podrá desentrañar a cada paso los atributos que puso en ella el tiempo.

martes, 12 de abril de 2011

¿Cómo se explica la Brecha de Roland?

Vuelvo a asumir que normalmente el lector español, con lo cual, casi que cualquier lector, no está tan acostumbrado a la mitología que le es propia, como a la que corresponde a la cuna de nuestra civilización. Sobre aquella, Robert Graves tiene una obra excepcional, más por su busqueda de interpretar el mito y asumir que es condicionado por hechos históricos, que por la forma de narrar aquellos. Otro caso, sería diferenciar, leyenda de mito, y aquellos dos de cuento. Pero esto último no tiene cabida en este texto, sobre todo cuando uno se encuentra pegado al fuego y con un café entre los dedos, que como recuerdo, no sólo calienta las manos sino también el frio invierno.
La pregunta sin duda es, quién o qué es Roland, pues no parece un nombre que los lugareños pudieran dar a una brecha que de todas es algo natural, bueno, o quizás no, y nuestra vista nos engaña.
Se cuenta, que Roland fue un sobrino de Carlomagno, que habiendo perdido la batalla de Roncesvalles en la guerra de Francos contra Reinos Hispanicos y Sarracenos, y hallado sin conocimiento durante largas horas, despertó, y al querer huir de tierras hispanas se encontró con un gran muro de piedra que le cerraba el camino hasta su patria. Con la fuerza que da verse acorralado por sus enemigos y tan cerca como lejos de su destino, Francia, Roland lanzó con fuerza su espada contra la roca, y con un estruendo descomunal, la montaña se abrió en dos, dejando el paso libre hacia Francia. Desde entonces toda la gente de la zona conoce aquel lugar como la Brecha de Roland.
Y si todavía el café no había embriagado mi sed y colmado el frio, la leyenda sin duda, lo hizo. Es sin duda lo lindo de viajar, de explorar, de aprender de todo aquel que puede dar algo. A veces ese algo no es mucho, y en ocasiones lo es todo. Ver al día siguiente dicho corte natural no fue lo mismo, ni tampoco disfruté lo mismo al imaginar todo lo que podía haber pasado allí, sin percatarme de que tan sólo era una leyenda. Los viajes son de por sí, reconfortantes, constructivos, siempre aprendemos, pero sin duda, cuando apuestas por que te cuenten, cuando apuestas por la gentes de la misma tierra, resultan verdaderamente fascinantes.

domingo, 10 de abril de 2011

La Brecha de Roland

Muchas veces la pereza, nos hace quedarnos en casa, incluso cuando salimos suele arrebatar de alguna manera a nuestra retina parajes espectaculares. Uno de estos parajes sin duda se encuentra en el actual Parque Nacional de ordesa y Monte Perdido. Contamos, cuando la desidia no vence a la curiosidad, con la posibilidad de seguir hacia Bujaruelo si partimos de Torla, o continuar por el valle de Ordesa hasta dar con las faldas del imponente Monte Perdido. Cerca de éste se encuentra la Brecha de Roland. Para muchos es lugar, sin duda, de los más imponentes y misteriosos que se pueden conocer, donde inmensas moles de piedra parecen separar Francia y España, se abre una hendidura, un descomunal, brecha que es un paso natural entre aquellas. Queda así del lado frances el circo de Gavarnie y una caida de mil metros hacia una sima profunda y terrible. Del lado español las peladas cumbres de Monte Perdido, una cueva de hielo y los bosques y valles de Ordesa.
Lo cierto es que además de su majestuoso y misterioso perfil, donde cualquiera quedaría prendado de la imponente fuerza que guarda la naturaleza, se esconde tras aquel paso natural una de las historias más bellas de nuestra mitología.
Evidentemente como advertimos es mitología, si aquello que siempre es bello y profundo cuando nos llega de otros lades, y que tanto desconocemos cuando nos es propio, pero que gracias a dios, los lugareños suelen guardar como conocimiento consuetudinario, como herencia oral de sus antepasado y que es dificil encontrar lejos de allí.
Y es que cuando viajas, no hay nada mejor que pedir asilo, pues no sólo lo puede hacer el Peregrino que viaja desde Roncesvalles hasta Santiago de Compostela, cualquiera puede intentarlo.
Basicamente, porque se disfruta mejor un café o un chocolate en tierras frias de alguien que lo da sin pedir nada a cambio, quizás sólo por curiosidad o atención, que a aquel a quien comprometes porque al final será pagado.
Y la verdad es que vale la pena, acercarse a una de esas casas de piedra, donde apenas llegó el señor wi-fi, tocar la puerta, y pedir permiso para escuchar y tomar una bebida que caliente los huesos y también la fé del cansado viajero.
Sentado y con el calor que proporciona el fuego en los pies y el café en las manos, empiezas a sentirte rodeado de un ambiente que te lleva a lo que fue, a lo que queda y por desgracia a lo que nadie en un futuro recordará.
La pregunta era clara: ¿Por qué un corte de tales dimensiones, un paso natural entre Francia y España tan soberbio, misterioso y espectacular, se llama Roland?