El hombre es curioso por naturaleza, quizás detras del gato, somos los más propensos a sufrir problemas por nuestro afán de conocer e indagar. Pero lo cierto, es que en su versión más positiva, es también lo que nos ha traido el progreso. Hemos dejado un pasado lleno de miedos, para que mediante el uso del proceso científico, conocer, entender y tener contestaciones para casi todo lo que nos rodea. Pero indagar no significa mirar en el ombligo de uno mismo, sino también en el de los demás. Los estudios antropológicos, la etnología con su estudio de campo e inmersión del estudioso en otras sociedades, muy distintas de la suya, ha planteado la cuestión de, no sólo alejarnos del androcentrismo, sino del pensamiento único, donde nuestra ética, nuestra moral, y cultura es siempre la superior, sin conocer qué es lo que mueve a que otras comunidades parezcan o sean tan distintas.
Sin duda en este proceder han tenido mucho que ver los viajes. Sin ellos no se hubieran podido poner en contacto sociedades tan diferentes, y aunque evidentemente con anterioridad se habian procedido contactos comerciales, e incluso asentamientos, es en el siglo XVIII cuando se inicia un verdadero interés científico por conocer otras culturas, por estudiar la naturaleza de otras geografías, es el momento de una modernización que se inicia con la introducción de una nueva corona, que introduce un modelo político francés y con él la modernización del estado.
Ahora surgen la Real Academia de la Lengua Española (1713), la Academia de Historia (1738), la Academia de Bellas Artes de San Fernando (1752) así como la fundación del actual Jardín Botánico de Madrid (1781) o el Gabinete de Historia Natural de 1776.
Es el momento de las grandes expediciones ilustradas, de objetivos muy diversos pero con denominadores comunes: tienen un caracter estatal y están integradas por personal científico especializado. Son éstas las que recolectarán datos para el Gabinete de Historia Natural y el Jardín Botáncio, todas al fin y al cabo aportan algo a una nueva ciencia, la antropología y por supuesto la apertura de la ciencia española al exterior y la conexion con el resto de la comunidad cientifica Europea y las investigaciones de prestigio.
Para España, será sin duda, el centro de todas ellas por lo menos las del XVIII, América. Importante para su éxito fueron sin duda innovaciones que no sólo afectaron a la cartografía, sino también a la mejora de los navios, convirtiéndose algunos de ellos en verdaderos laboratorios flotantes, como ejemplo "La Atrevida" o la "Descubierta".
Testigos de muchos de estos viajes hoy podemos contemplarlos en algunos de nuestros museos, nacionales, jardines botánicos o archivos. Algunas de las muestras son:
Trabajos de Zoología de Antonio Parra, en la isla de Cuba. En 1787 publicará "Peces y Crustáceos de la isla de Cuba".
Diario de Viaje de Juan Luis Sánchez, quien en 1785 realiza un reconocimiento profundo del estrecho de Magallanes desde el punto de vista astronómico y geográfico. Dicho diario de viaje se encuentra en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid.
Expedición de Guantánamo, cuyo objetivo era el estudio de la flora cubana. Dicho proyecto quedó sin finalizar y se conserva en el Jardín Botánico de Madrid.
Muchos son los nombres y la expediciones (me deje quizás las más importantes, por una parte por número, por otra, porque seguro que son ya, más que conocida por el lector) que sin duda echan abajo ese muro que forma el terror de todo aquello que desconocemos.
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