Vuelvo a asumir que normalmente el lector español, con lo cual, casi que cualquier lector, no está tan acostumbrado a la mitología que le es propia, como a la que corresponde a la cuna de nuestra civilización. Sobre aquella, Robert Graves tiene una obra excepcional, más por su busqueda de interpretar el mito y asumir que es condicionado por hechos históricos, que por la forma de narrar aquellos. Otro caso, sería diferenciar, leyenda de mito, y aquellos dos de cuento. Pero esto último no tiene cabida en este texto, sobre todo cuando uno se encuentra pegado al fuego y con un café entre los dedos, que como recuerdo, no sólo calienta las manos sino también el frio invierno.
La pregunta sin duda es, quién o qué es Roland, pues no parece un nombre que los lugareños pudieran dar a una brecha que de todas es algo natural, bueno, o quizás no, y nuestra vista nos engaña.
Se cuenta, que Roland fue un sobrino de Carlomagno, que habiendo perdido la batalla de Roncesvalles en la guerra de Francos contra Reinos Hispanicos y Sarracenos, y hallado sin conocimiento durante largas horas, despertó, y al querer huir de tierras hispanas se encontró con un gran muro de piedra que le cerraba el camino hasta su patria. Con la fuerza que da verse acorralado por sus enemigos y tan cerca como lejos de su destino, Francia, Roland lanzó con fuerza su espada contra la roca, y con un estruendo descomunal, la montaña se abrió en dos, dejando el paso libre hacia Francia. Desde entonces toda la gente de la zona conoce aquel lugar como la Brecha de Roland.
Y si todavía el café no había embriagado mi sed y colmado el frio, la leyenda sin duda, lo hizo. Es sin duda lo lindo de viajar, de explorar, de aprender de todo aquel que puede dar algo. A veces ese algo no es mucho, y en ocasiones lo es todo. Ver al día siguiente dicho corte natural no fue lo mismo, ni tampoco disfruté lo mismo al imaginar todo lo que podía haber pasado allí, sin percatarme de que tan sólo era una leyenda. Los viajes son de por sí, reconfortantes, constructivos, siempre aprendemos, pero sin duda, cuando apuestas por que te cuenten, cuando apuestas por la gentes de la misma tierra, resultan verdaderamente fascinantes.
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